El comienzo del final


Nada más amanecer, nos fuimos a la comisaría para declarar lo que descubrimos la noche anterior. En el camino a la comisaría, mis compañeros se inventaron unas excusas muy nulas, si me preguntáis a mí, para no acompañarme. Cuando llegamos allí, llegamos solo con la viuda, que poco después me preguntó si se podía ir porque le dolía mucho la cabeza. No entendí nada, absolutamente nada, de todo eso. Todos eran conscientes de que si quieren recibir el premio, tienen que mostrar su participación, o más bien contribución a los hallazgos. En este caso, si solo soy yo, me van a dar toda la gloria. Deben de saberlo… o a lo mejor son tan tontos que no se han dado cuenta. Bueno… mejor para mí. Con la idea de pronto recibir tanto dinero, entré en la comisaría y me dirigí a la sala de espera. Me senté en una silla e inmediatamente se me acercó un policía como si me estuviera esperando. Todo eso me pareció rarísimo, pero no lo pensé demasiado, enseguida me levanté y lo seguí. En aquel momento me di cuenta que estaba cometiendo el error mas grande de mi vida. Al entrar la sala de interrogatorios, miré al fondo y vi a mis compañeros esperándome detrás de una enorme pantalla de vidrio, todos con los brazos cruzados.

Dentro de la sala, empecé a senir el comienzo de mi fin. La policía empezó a hablarme de todo lo que ya sabía – me acusaron de haber matado a doña Fernández y me incriminaron con las pruebas como mis huellas detectadas en el final de la arma homicida, que no me dio tiempo borrar. Además, el hombre al que soborné para que dijera que le había visto a Carlos hace dos días lo confesó todo. Lo único que les faltaba fueron mis huellas. Cuando llegue, un policía me ofreció un vaso de agua y yo lo acepté, así pudieron comprobarlas cuando estaba esperando…


Me han tocado veinticinco años de condena..

 

 

 


 źródło: Grafika Google


¿Sabéis que? Si no fuera tan avaro, no estaría aquí. Dicen que, más vale un pájaro en mano que cien volando.Y yo os digo, que es verdad.



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